El pene sin pena

Tengo miedo de consumir
el mismo pecado que consumen ellos
y sentir vergüenza de mi.

Entonces,
suelto esa sensación al abismo
y me abrazo a mi mismo.

Me veo tan bien cuando estoy vulnerable,
con la piel maleable
pero un corazón rudo y notable.

Todos somos espejo y reflejo,
buscamos entre los trapos
lo que debería estar a la vista,
eso que me enseñaron a no mirar,
a tenerle miedo cuando lo visualice,
a tener vergüenza de pensarlo.

La libertad en los ojos equivocados
es prejuicio en boca ajena,
es una duda que me envenena
haciéndome creer que soy pecado y pecador.

El tabú en la balanza de mis oídos,
son disparos que aturden mi amor propio
y provocan odiarme frente al resto
y quererme solo en secreto.

Mi piel es un papel pegado a mi alma con
engrudo,
que huele a miedo,
y aunque tenga los pies bien plantados en el
suelo,
cualquiera me puede voltear
con una simple y dolorosa opinión.

Simplemente soy amor envuelto en piel y huesos
y comprendo que, más allá de todo esto,
hay un corazón en cada uno de nosotros
que debe ser más valorado
que la ropa que lo tapa
y el pecado que lo rodea.

Dejé de revisar el ropero,
y comencé a revisar mi ama al vuelo,
no obligo a ningún corazón a sentir amor,
sin embargo, por favor,
se amable.

Juan Rodriguez

Please follow and like us: